jueves, 25 de junio de 2020

Golpe de Estado


El derrocamiento del Presidente Illia

Este 28 de junio se cumplen 54 años de un atropello feroz que sufrió la democracia argentina con un golpe militar que derrocó al presidente constitucional, doctor Arturo Humberto Illia. Verdaderamente este es un episodio que causa escalofríos y avergüenza a nuestra nación. El derrocamiento del Dr. Illia fue algo tan atroz como espantoso que muestra claramente los designios de nuestro país, camino a la mediocridad política y a la constante desunión social.

Hoy debemos reconocer que esto no fue solamente un golpe militar, fue un golpe de la sociedad casi entera que poco le importaba la república, en donde hubo ejecutores y cómplices, que obraron por aceptación y “silencio” en contra de la democracia, para hundir a la nación en el barro de la dictadura, personalizada en aquel tiempo por el General Juan Carlos Ongania que encabezaba lo que llamaron “La Revolución Argentina”. Triste realidad de una nación que tomó el sendero equivocado aunque era aplaudido en silencio por millones de argentinos.

Fueron muchos los sectores de la nación que “procuraron” el golpe. La Confederación General del Trabajo, que al lugar de defender a los trabajadores, trabajó fuertemente con un contundente “plan de lucha” y su objetivo principal era atacar al gobierno democrático.  Las Fuerzas Armadas, que presionaban al gobierno y hacían planteos constantes e inadecuados; grupos de importantes empresarios y partidos políticos que criticaban a la gestión e identificaban la misma con la lentitud, la inoperancia y el anacronismo. También la unión Industrial Argentina y la Sociedad Rural, se mostraban en contra de su gestión y se complotaron para lograr su destitución. 

Indudablemente Argentina se mostraba en contra de su presidente. De todos modos su gestión tuvo varios logros importantes: le devolvió la personería jurídica al peronismo que estaba proscripto; se achicó la deuda externa, se creó el salario mínimo vital y móvil; no hubo un solo funcionario acusado de corrupción; anuló contratos petroleros que perjudicaban al país; se sancionó una importante ley de medicamentos que fijaba los precios máximos y controlaba el abuso de laboratorios extranjeros. Toda su gestión se caracterizó por la absoluta honestidad. El Dr. Illia vivió constantemente en la austeridad y renunció a la jubilación presidencial. Durante su gestión como primer mandatario vendió su único automóvil para comprar medicamentos y jamás abusó del patrimonio del estado. Fue protagonista de un gobierno honesto, austero y estrictamente democrático. Un verdadero ejemplo para la nación, un hombre de grandeza y honor digno de ser imitado.

Aquel día fatídico, el 28 de junio de 1966, desde muy temprano el Presidente estaba en su despacho de la casa rosada, cuando un grupo de insurrectos interrumpió sus labores. Irrumpieron en su despacho el general Alsogaray, el brigadier Rodolfo Pío Otero y el coronel (R) Luis Perlinger, acompañados de otros militares quienes le exigieron que debía desalojar el lugar y cesaría como presidente de la república porque estaba destituido y que le aseguraban su seguridad personal.

El presidente respondió: ¡Mi bienestar personal no me interesa! ¡Me quedo trabajando aquí, en el lugar que me indican la ley y mi deber! ¡Como comandante en Jefe le ordeno que se retire!

Indudablemente la orden del presidente no fue cumplida y fue el presidente que al momento debió retirarse, lo hizo en silencio subiendo a un automóvil particular concluyendo así este acto vergonzoso de nuestra vida nacional en donde la república quedó aplazada.

Walter Bonetto
25-6-2020

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