El derrocamiento del Presidente Illia
Este 28 de junio se cumplen 54 años
de un atropello feroz que sufrió la democracia argentina con un golpe militar
que derrocó al presidente constitucional, doctor Arturo Humberto Illia.
Verdaderamente este es un episodio que causa escalofríos y avergüenza a nuestra
nación. El derrocamiento del Dr. Illia fue algo tan atroz como espantoso que muestra claramente los designios de nuestro país, camino a la mediocridad política
y a la constante desunión social.
Hoy debemos reconocer que esto no fue
solamente un golpe militar, fue un golpe de la sociedad casi entera que poco le
importaba la república, en donde hubo ejecutores y cómplices, que obraron por aceptación
y “silencio” en contra de la democracia, para hundir a la nación en el barro de
la dictadura, personalizada en aquel tiempo por el General Juan Carlos Ongania
que encabezaba lo que llamaron “La Revolución Argentina”. Triste realidad de
una nación que tomó el sendero equivocado aunque era aplaudido en silencio por
millones de argentinos.
Fueron muchos los sectores de la nación
que “procuraron” el golpe. La Confederación General del Trabajo, que al lugar
de defender a los trabajadores, trabajó fuertemente con un contundente “plan de
lucha” y su objetivo principal era atacar al gobierno democrático. Las Fuerzas Armadas, que presionaban al
gobierno y hacían planteos constantes e inadecuados; grupos de importantes
empresarios y partidos políticos que criticaban a la gestión e identificaban
la misma con la lentitud, la inoperancia y el anacronismo. También la unión Industrial
Argentina y la Sociedad Rural, se mostraban en contra de su gestión y se
complotaron para lograr su destitución.
Indudablemente Argentina se mostraba en contra de su presidente. De
todos modos su gestión tuvo varios logros importantes: le devolvió la personería
jurídica al peronismo que estaba proscripto; se achicó la deuda
externa, se creó el salario mínimo vital y móvil; no hubo un solo funcionario
acusado de corrupción; anuló contratos petroleros que perjudicaban al país; se sancionó
una importante ley de medicamentos que fijaba los precios máximos y controlaba
el abuso de laboratorios extranjeros. Toda su gestión se caracterizó por la
absoluta honestidad. El Dr. Illia vivió constantemente en la austeridad y renunció
a la jubilación presidencial. Durante su gestión como primer mandatario vendió
su único automóvil para comprar medicamentos y jamás abusó del patrimonio del estado.
Fue protagonista de un gobierno honesto, austero y estrictamente democrático. Un
verdadero ejemplo para la nación, un hombre de grandeza y honor digno de ser
imitado.
Aquel día fatídico, el 28 de junio de
1966, desde muy temprano el Presidente estaba en su despacho de la casa rosada,
cuando un grupo de insurrectos interrumpió sus labores. Irrumpieron en su
despacho el general Alsogaray, el brigadier Rodolfo Pío Otero y el coronel (R)
Luis Perlinger, acompañados de otros militares quienes le exigieron que debía desalojar
el lugar y cesaría como presidente de la república porque estaba destituido y
que le aseguraban su seguridad personal.
El presidente respondió: ¡Mi bienestar personal no me interesa! ¡Me quedo trabajando
aquí, en el lugar que me indican la ley y mi deber! ¡Como comandante en Jefe le
ordeno que se retire!
Indudablemente la orden del
presidente no fue cumplida y fue el presidente que al momento debió retirarse,
lo hizo en silencio subiendo a un automóvil particular concluyendo así este
acto vergonzoso de nuestra vida nacional en donde la república quedó aplazada.
Walter Bonetto
25-6-2020