lunes, 9 de septiembre de 2013

A 100 años de la construcción del Puente Carretero

Hasta 1913 cruzar el río era el desafío  constante que se imponía  para llegar a la ciudad  desde el norte o viceversa. En tiempos normales nunca fue un obstáculo difícil,  pero con las crecientes en los periodos de lluvias esto se complicaba. La ciudad crecía y las demandas de  comunicaciones y tránsito aumentaba;  además esta limitación se terminaría  agravando cuando aparecieron a partir de las primeras décadas del siglo pasado los vehículos motorizados, ya en el año 1906 la municipalidad  había otorgado las primeras patente de automóviles, por lo tanto un puente sobre el río  era fundamental  y prioritario. En el año 1900 la ciudad contaba con unos 12.000 habitantes, considerada por aquellos años, populosa,  de alto crecimiento poblacional y económico. Un porcentaje considerable de aquellos habitantes estaban radicados y se seguían radicando en la banda norte del río,  dado que desde el año 1883, durante la gestión del intendente Moisés Irusta, había un decreto  de “fundación de una villa al norte del curso de agua”;  para eso  el agrimensor  Saint Remy Urban,  realizaba  los planos de urbanización sobre este sector,  pero la falta de un paso seguro era  toda una limitación, aunque no impidió que estos terrenos se lotearan.

   Desde el año 1880 se reclamaba un puente para la ciudad y en el año 1885 el Congreso de la Nación había aprobado una ley que asignaba cien mil pesos para esta obra pero quedó sin concretarse. Recién   fue en el año 1886 que se realizan los estudios para su construcción  ocupándose de esto el Intendente  Juan A. Álvarez, que además gestionó  su  instalación con diversas autoridades de la provincia y la nación pero sin éxito. Mientras estas gestiones continuaban con sus trámites y esperanzas, los pobladores seguían  cruzando como podían las agüitas templadas del río Cuarto sobre su  lecho de suave arena para alcanzar la otra banda. Personas  con el calzado en las manos o sobre el hombro unidos por los cordones, con sus pantalones arremangados sobre las rodillas y  hasta con niños en brazos, era común encontrar en aquel tránsito. Carros, sulkys, chatas, vagonetas, diligencias, carretas,  hombres y mujeres montados a caballo;  todo esto  era el método usado para hacer el pasaje. Había carritos pasadores de gente que cruzaban el río cobrando unas monedas; el cruce también se hacía de noche y cuando había poca luna algunos farolitos alumbraban el recorrido.


   Ante esta imperiosa necesidad de lograr un tránsito continuo, y ante los insistentes reclamos de los riocuartences, especialmente los realizado con enérgicas notas del Intendente don Alfredo Boasi al Ministro de Obras Públicas de la Nación en el año 1903, al final el gobierno  reasignó partidas  de un presupuesto ya autorizado por ley de años anteriores y  adjudicó la obra  a la empresa alemana Harkort Duisburg.  Así es como    en el año 1911 se iniciaron  las obras del “puente carretero” que se venía gestionando con insistencia desde más de un cuarto de siglo atrás, la cual sería controlada por el  Dirección de Puentes y Caminos.

     No faltaron inconvenientes de distintos tipos, esta obra tan importante al poco tiempo de haber sido iniciada fue paralizada por falta de presupuesto. La gente de Río Cuarto se sintió decepcionada, pero el Intendente de la ciudad don Antonio Ferrer,  de manera inmediata tomó con energía y preocupación el tema y  el día  10 de abril de 1911, emitió un telegrama al  Presidente de la República, que era el  Doctor Roque Sáenz Peña, trasmitiéndole la inmensa preocupación de toda esta ciudad  y además solicitaba  que  intercediera para que no se suspendiera la construcción del puente carretero, tan anhelado y necesario para esta población, dado que el “decreto de economía” firmado por el Poder Ejecutivo Nacional la había paralizado. La repuesta del Presidente de los argentinos no se hizo esperar y fue inmediata, dado que  el 11 de abril de ese mismo año, -o sea al día siguiente- el Intendente de Río Cuarto recibía respuesta del Presidente de la República,  donde le comunicaba que iba a interceder ante el Ministro de Obras Públicas para que las obras del Puente de Río Cuarto tuvieran continuidad. 

     Fue una gran alegría para todos y así fue como a los pocos meses esta tan ansiada obra es continuada para felicidad de los ciudadanos y queda habilitada luego de dos años de trabajo, en que también se debieron vencer distintas dificultades entre el proveedor de la obra  y sus contratista, dado que faltaron placas metálicas y miles de remaches para seguir uniendo las partes, además de haberse armado incorrectamente un sector por deficiente mano de obra,  el cual tuvo que ser  reconstruido. Toda su estructura metálica está montada sobre pilotes de ladrillos y bigas de concreto enterradas en profundidad sobre el lecho del río hasta alcanzar el basamento de roca. El puente  fue adquirido en Alemania en condición de desuso, el que había sido desmontado del río Rin. Se trajo  a nuestro país, y solamente un tramo del mismo está sobre nuestro río  y logró un extraordinario  cambio de vida de nuestra ciudad. Después de su instalación el puente siempre se fue mejorando y en el año 1940  durante la gestión del Intendente  Ben Alfa Petrazzini, se construyeron las rampas de ingreso totalmente pavimentadas.

    Al final  el 13 de marzo de 1913 esta fabulosa obra queda habilitada. Aquel sueño se había hecho realidad, la ciudad tuvo un antes y un después del puente carretero. Este facilitó el progreso y trajo una comunicación más fluida e integrada. Durante un siglo,   millones de personas lo transitaron constantemente; en sus primeros tiempos  en horas determinadas, pasaban por el mismo hasta tropas de ganado que venían del norte rumbo  los corrales de las ferias que se ubicaban al sur de la ciudad para sus tradicionales remates. Después de su instalación el puente siempre se fue mejorando y en el año 1940  durante la gestión del Intendente  Ben Alfa Petrazzini, se construyeron las rampas de ingreso totalmente pavimentadas.

    Hoy el puente carretero es un puente más de los seis  con que cuenta la ciudad, pero como siempre sigue permitiendo una comunicación fluida y un tránsito directo al corazón de Río Cuarto. En este año se cumplió un siglo desde que se habilitó al tránsito,  en donde la ciudad dejó de estar aislada y dividida cobrando un dinamismo fundamental e integrador para ambas partes de las márgenes del río y para la gran región del río Cuarto y localidades vecinas. 



Walter Bonetto
9 de septiembre de 2013
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