En este cuadro de comparaciones queda claro —como dice el Santo Padre—, aparece la gran injusticia, el dinero, que en miles de casos el diablo mete en el bolsillo de tantos ansiosos dando así vía libre a la corrupción; una corrupción enraizada en los más altos niveles de la sociedad, que nos invade, nos asfixia, nos quita posibilidades de progresar desde la honestidad y del trabajo. Una corrupción que en muchos casos levanta grandes torres de acero y cristal y proyecta a una vida fácil y cara, compra y vende a cualquier precio voluntades impuras y muestra un mundo fantasioso e incierto, un mundo que encandila a miles de tentados por el llamado de la vida suelta, fácil e ilícita, concentrada en trampear a la justicia y estafar al prójimo. De ahí se desprenden los negocios turbios, el drama de la droga, los grandes especulaciones económicas, la evasión de impuestos, el lavado de dinero, el contrabando, el crimen organizado y todas las inmundicias que nos corrompen cada día y que dañan nuestra felicidad en este mundo, que confunde y encandila.
Es necesario por estos tiempos que apaguemos los reflectores que nos encandilan y encendamos la lámpara, porque realmente precisamos ver el futuro de nuestra patria y tomar conciencia como estamos y por dónde vamos porque actualmente estamos confundidos, fuera del camino correcto, sin ver o querer ver muchas realidades que nos amenazan y nos condenan.
No nos podemos convencer de que todo es corrupción, seguramente que hay millones de personas honestas y dignas, cuando esta dignidad y honestidad crezcan, la pobreza ira desapareciendo a pasos agigantados y así las villas miseria que pululan en casi todas las ciudades de Argentina irán reduciéndose o por lo menos no crecerán, entonces los pobres, los desposeídos, tendrán esperanzas, lo que en la actualidad realmente no ocurre.
Es vergonzoso sentir que existen tantos niños pobres en Chaco, Formosa y otras provincias los que sufren necesidades calamitosas y hasta mueren de hambre. Esto es algo inaudito que nos ocurra; esto, más que por falta de recursos es por falta de organización y de seriedad en los gobernantes. No hay planes serios para trabajar por estos temas tan lacerantes y reales que conmueven a gran parte de la ciudadanía, pero que no conmueven a las autoridades, las que no se inmutan demasiado cuando aparecen casos de estas miserias vergonzosas que denuncian los medios cuando muere un niño por desnutrición, al contrario, las tratan de ocultar, minimizar, negar o en el mejor de los caso manifestar que “fue un caso aislado”.
Esto es lo que dice el Papa cuando habla de la pobreza, la corrupción, y la injusticia. No sirve un Puerto Madero ampuloso, hay que lograr una sociedad más justa con trabajo y oportunidades para todos, en donde la corrupción sea totalmente rechazada para que no se instale como sistema en la sociedad y menos en nuestros gobernantes.
Así es como podemos observar un país sin prioridades en su planificación de objetivos, en donde por más que se promocione la asignación universal por hijo como gran logro, —lo que es muy bueno como conquista social— pero no alcanza, porque la pobreza cubre áreas tan amplias y desprotegidas que terminan haciendo estragos y comprometiendo el bien común de la sociedad.
En este país hay que educar a la gente pobre para que progrese, pero también hay que educar a los ricos para que no sean tramposos hay que educar a los funcionarios para que no sean corruptos, hay que educar a los políticos para que no sean ambiciosos en lo personal y no le roben al estado. Toda Argentina es un problema de educación, es conveniente tomar conciencia de este tema y que no nos hagan ver como siempre que la educación es solamente para los analfabetos, los pobres o pocos preparados. En este país la educación se debe aplicar en todos los sectores para lograr así una sociedad justa que ahora no la tenemos. No alcanza con ser universitario o doctorarse, la realidad pasa por ser honesto, o sea que además de adquirir educación secundaria y terciaria hay que adquirir “la honestidad” y lamentablemente esto no lo da la universidad.
Walter Bonetto
15 de marzo de 2015
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Totalmente de acuerdo Walter. Sobre la base de la honestidad se puede discutir y aceptar cualquier diferencia, y por ello es el cimiento de la convivencia .
ResponderEliminarGracias Carlos.
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