sábado, 4 de octubre de 2014

Superpoderes al ministro de Economía

En general no son sanos ni recomendables  los “superpoderes”,  casi siempre son  consecuencia  de problemas  graves ocasionados  por la mala función de los “poderes normales y equilibrados”  que un país debe observar  en un sistema republicano  democrático. Cuando se dan estos superpoderes, trae como  consecuencia  quitar límites o barreras a funcionarios  para que otros tomen medida sin dilación usando atribuciones que no tienen dentro de lo que debe ser la normalidad de un gobierno. Por lo tanto esto es resultado  de que  algo anda mal  y se debe ser  riguroso para corregir una situación que si bien se puede lograr objetivos  aceptables, constituye un altísimo riesgo para la organización  y el funcionamiento de la república.

El actual ministro de economía  recibió con el desplazamiento  del Presidente del Banco Central,(con quien tenía muchas diferencias técnicas)  un camino  abierto por la Jefa de Estado  para avanzar significativamente  en su gestión  sin respetar semáforos  de control y dejarle las manos libres sobre la ruta que transita, y esto es lo peligroso, lo que pone en evidencia claramente  una situación de precariedad económica  que vive la nación;  aunque el gobierno no la reconozca  con palabras , sí, la demuestra con hechos, creando hombres imprescindibles  con relación al resto funcionarios de su mismo nivel  que gestionan los ministerios de la república.

    Durante lo ocurrido en estos días pasados con nuestra economía,  según los análisis de especialistas, la situación actual  ofrece una clara degradación  y este mal viene observándose en constante crecimiento. Por lo tanto y aunque no lo diga nuestra   Presidente  —que no ignora esta situación—,  toma la decisión fuera de la normalidad   de  “despejar  el camino a su ministro de mayor confianza” creyendo que este joven economista es la esperanza y el futuro, por lo tanto le deja absoluta vía libre de obstáculos, porque considera que  tendrá la capacidad de ubicar las piezas desencajadas en su lugar  y hacer que se recuperen   mercados  y que vuelva la normalidad económica en un ambiente que por el momento  cada día  demuestra  mayor desconfianza e incertidumbre. 

    Nuestra jefa de estado   entiende, conforme lo anuncio en su último discurso,   que lo que ocurre  con la actual crisis cambiaria es “un plan orquestado desde el exterior  que quiere acabar con su gobierno”, por lo tanto ha puesto  la  mira  sobre los banqueros y sistemas bursátil, considerando a gran parte de ellos  cómplices de la desestabilización que está sufriendo el país. Este es un razonamiento casi calcado de lo que ocurre con la economía de Venezuela y lo que siempre manifiesta el Presidente Maduro. Un eterno slogan: “que siempre la culpa es de los otros”

   Los superpoderes a un ministro de gobierno resultan ser peligrosos, además no responden a los preceptos de nuestra constitución,   ya en Argentina se tuvo la experiencia  con el gobierno del  Presidente Fernando de la Rúa, donde el Congreso de la Nación  le otorgó los superpoderes al ministro Domingo Cavallo, y los resultados no fueron acertados. Hoy nuestra economía está en un juego peligroso  donde las reservas  del  Banco Central siguen en caída,  el dólar paralelo sigue en aumento, lo mismo que el gasto público y el costo de vida. Hay una sensación de una Argentina comprometida con su economía en descomposición, priorizar funciones de ministros  es básicamente desequilibrar más la situación y son muchos los que nos preguntamos  ¿adónde iremos a parar? 

 Pueda ser que nuestros gobernantes estén acertados, pero realmente la atmosfera reinante preocupa  al empleado, al obrero,  al empresario, al comerciante, al industrial y a la sociedad en general,   porque  nuestra economía cada día  se muestra más amenazante y nos acosa constantemente.  Se observa mucha tibieza  en el gobierno para  resolver el problema, mientras que lo más grave  es no reconocer esta palpable  realidad; se ignora la gravedad y no se desea aceptar la situación del país mencionando constantemente   que el problema no existe.  Se tiene la sensación que andamos por mal camino y ante estas incertidumbres hacer descansar las funciones económicas en un solo hombre con absoluta injerencia en áreas adyacentes   puede  convertirse en  muy dificultoso.

Walter Bonetto
04 de octubre de 2014
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