domingo, 1 de junio de 2014

Mayo, la patria y la deuda de los argentinos.

   Los grandes valores de nuestra argentinidad se comienzan a forjar a partir del   mes de mayo con la revolución de los patriotas en 1810, que en gran medida fue también una revolución económica vinculada en aquellos años  al comercio con Europa.  Hombres que pensaron distintos, deseaban atreverse a romper cadenas y emprender así la sacrificada y justa lucha por la emancipación. Podemos decir que desde aquellos días de mayo hasta la fecha  los argentinos seguimos en revolución. Los resultados no fueron del todo buenos, es que aún no encontramos el camino soñado que trace un rumbo acertado sin depender de otras naciones dominantes; así lo demuestran nuestros aconteceres y se pueden citar algunos ejemplos de nuestros días: En abril de 2014  “el gobierno argentino acordó con el banco estadounindense Goldman Sachs un crédito por 1.000 millones de dólares a una tasa de interés del 6,5 por ciento anual, a dos años de plazo, para reforzar las deprimidas reservas del Banco Central”; por lo tanto   es notable como seguimos dependiendo de préstamos y de países extranjeros.

   Actualmente por estos días se termina de negociar con el Club de París  la financiación de una parte de nuestra abultada deuda externa contraída hace muchas décadas por gobiernos anteriores, en especial por el proceso de las Fuerzas Armadas y acrecentada significativamente  por el gobierno actual con valores totales que el gobierno oculta,  aunque para muchos analistas superaría ampliamente los  ciento cincuenta mil millones de dólares.

    En la actualidad le estamos debiendo por lo menos a quince países que conforman el Club de París, mayoritariamente a Alemania y Japón;  pero también le debemos a    Estados Unidos, Inglaterra, Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Israel, Italia, Holanda, Rusia, España, Suiza, Suecia.  Entonces los argentinos nos debemos preguntar: ¿Cómo logra un país ser soberano si dependemos constantemente de que ingresen dólares del exterior para solventar nuestra economía? En definitiva: Argentina es un país que le debe a medio mundo y en lugar de achicar la deuda la está agrandando.

  En cualquier país  los dólares del exterior pueden entrar cuando ingresan empresas a invertir en una nación, pero en el caso de Argentina  esto no se da porque el país las espanta,  por lo tanto no hay reglas  claras  ni para controlar las empresas que se puedan radicar, ni para darles seguridad  de su permanencia. Otra manera de que entren dólares es por préstamos  y así  Argentina abusando de esta “receta magistral”, andamos de préstamo en préstamo, y luego de  criticar tanto desde las más altas esferas del gobierno a los países capitalistas,  terminamos pidiéndole prestado enormes suma de dólares   como ocurrió recientemente, para así  aumentar nuestras deprimidas reservas del Banco Central. ¿Estaremos haciendo bien las cosas o seremos unos hipócritas?, porque en mucho nos contradecimos y no damos la imagen de un país serio,  terminamos dependiendo siempre del exterior.

No es justo pedir tantos dólares al extranjero  luego de tener una abultada deuda. Nuestro país tiene que iniciar gradualmente un camino hacia la liberación, debe emanciparse en materia económica, debe romper cadenas, no puede vivir criticando al neoliberalismo, a los países capitalistas y luego golpearle las puertas  para que urgente  nos den dólares;  es toda una falta de coherencia y de seriedad como nación.

Se puede pedir préstamos, pero a su justa medida sin esclavizarnos,  cosa que ahora no ocurre, y no ocurre porque ya nos esclavizaron,  y no nos esclavizaron los países extranjeros,  lo hicimos nosotros mismos con nuestra falta de coherencia y de responsabilidad. Lo preocupante de la actualidad es que  además de seguir pidiendo prestado,  el déficit fiscal continua en aumento, el gasto público crece en proporciones muy superior a lo que el país puede sostener sin desequilibrar la economía, hay empresas del estado que dan perdidas siderales  como el caso de Aerolíneas Argentinas y el país igual sigue  negociando deudas y tomando prestamos lo que indudablemente es una receta suicida. Por otro lado, en proporción,  la productividad  de las empresas ha decaído y ha aumentado el empleo en la función pública. En definitiva,  cada día son más las personas que viven en función de quienes  trabajan en emprendimientos  productivos, que generan recursos económicos genuinos  y  que con sus impuestos le aportan activos a la nación.  Es indudable que en esto hay un desequilibrio  que el país debe corregir, administrando correctamente, achicando el gasto público  e incrementando la capacidad productiva de la nación   para lograr una epopeya económica  que tanto se merece la nación para así emanciparnos de la dependencia extranjera.

Walter Bonetto
1 de Junio de 2014
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