Actualmente por estos días se termina de negociar con el Club de París la financiación de una parte de nuestra abultada deuda externa contraída hace muchas décadas por gobiernos anteriores, en especial por el proceso de las Fuerzas Armadas y acrecentada significativamente por el gobierno actual con valores totales que el gobierno oculta, aunque para muchos analistas superaría ampliamente los ciento cincuenta mil millones de dólares.
En la actualidad le estamos debiendo por lo menos a quince países que conforman el Club de París, mayoritariamente a Alemania y Japón; pero también le debemos a Estados Unidos, Inglaterra, Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Israel, Italia, Holanda, Rusia, España, Suiza, Suecia. Entonces los argentinos nos debemos preguntar: ¿Cómo logra un país ser soberano si dependemos constantemente de que ingresen dólares del exterior para solventar nuestra economía? En definitiva: Argentina es un país que le debe a medio mundo y en lugar de achicar la deuda la está agrandando.
En cualquier país los dólares del exterior pueden entrar cuando ingresan empresas a invertir en una nación, pero en el caso de Argentina esto no se da porque el país las espanta, por lo tanto no hay reglas claras ni para controlar las empresas que se puedan radicar, ni para darles seguridad de su permanencia. Otra manera de que entren dólares es por préstamos y así Argentina abusando de esta “receta magistral”, andamos de préstamo en préstamo, y luego de criticar tanto desde las más altas esferas del gobierno a los países capitalistas, terminamos pidiéndole prestado enormes suma de dólares como ocurrió recientemente, para así aumentar nuestras deprimidas reservas del Banco Central. ¿Estaremos haciendo bien las cosas o seremos unos hipócritas?, porque en mucho nos contradecimos y no damos la imagen de un país serio, terminamos dependiendo siempre del exterior.
No es justo pedir tantos dólares al extranjero luego de tener una abultada deuda. Nuestro país tiene que iniciar gradualmente un camino hacia la liberación, debe emanciparse en materia económica, debe romper cadenas, no puede vivir criticando al neoliberalismo, a los países capitalistas y luego golpearle las puertas para que urgente nos den dólares; es toda una falta de coherencia y de seriedad como nación.
Se puede pedir préstamos, pero a su justa medida sin esclavizarnos, cosa que ahora no ocurre, y no ocurre porque ya nos esclavizaron, y no nos esclavizaron los países extranjeros, lo hicimos nosotros mismos con nuestra falta de coherencia y de responsabilidad. Lo preocupante de la actualidad es que además de seguir pidiendo prestado, el déficit fiscal continua en aumento, el gasto público crece en proporciones muy superior a lo que el país puede sostener sin desequilibrar la economía, hay empresas del estado que dan perdidas siderales como el caso de Aerolíneas Argentinas y el país igual sigue negociando deudas y tomando prestamos lo que indudablemente es una receta suicida. Por otro lado, en proporción, la productividad de las empresas ha decaído y ha aumentado el empleo en la función pública. En definitiva, cada día son más las personas que viven en función de quienes trabajan en emprendimientos productivos, que generan recursos económicos genuinos y que con sus impuestos le aportan activos a la nación. Es indudable que en esto hay un desequilibrio que el país debe corregir, administrando correctamente, achicando el gasto público e incrementando la capacidad productiva de la nación para lograr una epopeya económica que tanto se merece la nación para así emanciparnos de la dependencia extranjera.
Walter Bonetto
1 de Junio de 2014
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Exelente, claro y totalmente esclarecedor.
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