Esto ocurre con miles y miles de hombres y mujeres aislados, presos, sometidos a trabajos forzados y a las mayores vejaciones que puede soportar el ser humano tal como ocurre en Corea del Norte, como ocurrió en Cuba, en donde se observa que el concepto de derechos del hombre no merece mucha consideración porque piensa distinto o está en contra del régimen. La calamidad actual que sufre gran parte del pueblo de Siria en donde las matanzas producidas por el gobierno están en la orden del día llevadas adelante por regímenes totalitarios, como también el sufrimiento de países intervenidos por superpotencias como Irán e Irak. Todas estas barbaridades hacen creer que la paz del mundo está muy lejos y que el ser humano cada día es más intolerante y peligroso.
En estos días en Venezuela, donde siguen las muertes por enfrentamientos, es un ejemplo de una brutalidad disfrazada de hipocresía en que el estado para defender su fracasada revolución, en lugar de corregir y consensuar diferencias con los grupos opositores, amedranta con terror a gran parte del pueblo que sale a protestar por sus calles sobre el derecho que considera necesario para vivir en libertad.
Esto es consecuencia de la tremenda crisis económica que vive ese país desquiciado por su revolución donde no dudó en quitar libertades a la sociedad, expropiar casas, fabricas, comercios y campos; cerrar medios de comunicación, modificar estructuras productivas que terminaron derrumbando la nación y llevándola al caos.
Ahora vendrán los miles de presos políticos, la mayoría acusados de “terroristas o contrarrevolucionarios” por pensar distinto, “enemigos de la Patria”; todos carteles de márquetin que el mismo presidente de la república promueve con entusiasmo en constantes audiciones de propaganda oficial con su amplia verborragia y poco contenido, para defender a cualquier precio las calamidades cometidas y siempre echándole la culpa a los demás de sus derrotas.
Al lado de estos “revolucionarios”, muchos gobernantes vecinos, también hacen gala de su hipocresía, poniendo leña al fuego y dando apoyo a las autoridades de aquel país sin oír, la brutalidad de la policía por las calles ni las mentiras del gobierno, arremetiendo en contra de los vecinos y estudiantes que son parte de esa sociedad y deben ser respetados porque “son el pueblo vivo que sale a reclamar” y no puede ser pisoteado brutalmente como ocurre; las autoridades no pueden violar los derechos humanos como lo están haciendo; mientras que ante esta vergonzosa calamidad, son muchos de los países vecinos que se mantienen en silencio cómplice y descarado, aprobando ese accionar sin levantar una voz de protesta; una situación que realmente avergüenza. Gobernantes de Latinoamérica que con su indiferencia están diciendo claramente “repriman brutalmente al pueblo en la calle” “felicitaciones Presidente Maduro” “está todo bien, siga adelante”. Una situación muy complicada con un panorama comprometido ¿Es eso la democracia que tanto dice el mandatario?
No nos engañemos, en Venezuela no hay democracia, es un país que va camino a una nación sin libertades, en donde todos deben pensar, soñar, trabajar y estudiar en comunista y quien piensa distinto es enemigo de la “revolución”. Democracia es otra cosa, significa libertad, poderes independientes del estado, justicia independiente, respeto, pluralismo, libre expresión, derecho de todos. Hoy en esa república hermana se la están quitando y el pueblo está en las calles, mientras que gran parte del mundo lo ignora y no escucha los gritos de desesperación de aquellos hombres y mujeres que reclaman una nación con respeto y democracia, porque no están de acuerdo con este modelo de gobierno ni con la enorme crisis que vive el país.
Inconcebiblemente y fruto de su revolución, Venezuela hoy no puede explotar su gran riqueza nacional que es el petróleo, la incapacidad administrativa y el retroceso operacional hacen que para expandir sin resultados “su revolución”, deba prácticamente regalar el mismo a países del Caribe y a Cuba, lo que se convierte en una situación insostenible y decadente. Es esto en gran medida la causa de la grave crisis, no entran divisas al país y la revolución cuesta cara por el alto asistencialismo que demanda.
Mientras esto sucede los países vecinos se equivocan, dan apoyo incondicional a un país que no duda en apalear a gran parte de su pueblo. Tendrían que ser ecuánimes, reclamar con prudencia y respeto de que no se reprima con brutalidad a los ciudadanos y ayudar al dialogo sincero y constructivo para que este país salga del caos y se convierta en una verdadera y grandiosa república.
Walter Bonetto
21 de marzo de 2014
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