domingo, 9 de febrero de 2014

Cuando los gobernantes usan la soberbia

    Cuando queremos estar por encima de los demás  sin  considerar a nuestros semejantes  aparece  en el ser humano “la soberbia”,  la cual es una actitud tremendamente dañina y siempre conduce a la desesperanza  y a la mediocridad. Esto es lo que están demostrando por estos días nuestras autoridades nacionales.

   Nunca un gobierno debe ser soberbio porque inmediatamente genera autoritarismo,  crea irritación y falta de confianza en la sociedad. Muchos países dicen tener “gobiernos democráticos”, pero en definitiva son “palabras”, porque en la realidad no obran  con el espíritu ni el sentido democrático basado en el consenso, el respeto, la pluralidad y el uso de la verdadera  libertad; sino que  todo lo contrario, en muchos casos terminan obrando con absoluto atropello a las leyes de la vida y de la constitución nacional y creen que la única palabra y actitudes que valen son las de ellos.

    La soberbia es un mal contagioso que se apodera de las personas para hacerlas volver apasionadas de sus ideas, dejándole una rigurosidad en sus pensamiento   sin permitirle  una meditación equilibrada ni una visión clara de la realidad,  y sin darse cuenta que “sus ideas” no siempre están a la altura de las circunstancias para lograr el bien común de una nación, (en este caso que hablamos de la soberbia de autoridades de gobierno).

    Puntualmente millones de argentinos   observamos el panorama nacional, porque realmente  nos preocupa, porque ahí está nuestro futuro, y cuando se lo analiza  asusta la soberbia de nuestros gobernantes. Por supuesto que existen excepciones  de funcionarios más  mesurados pero en general se destacan los soberbios, los que siempre  quieren tener la razón, jamás admitir el error, jamás sentirse equivocados, nunca escuchar  con verdadero respeto otras realidades de personas con gran experiencia,  para armonizar soluciones a los difíciles problemas que tiene el país.

   Parece no darse cuenta de que los argentinos estamos frente de una encrucijada tremenda  y si no nos unimos no se podrá sacar adelante a este país  que adolece de tremendos males  causados por una política en gran medida  incompetente, desorganizada y con funcionarios incompetentes,  donde se observa que en muchos casos prevalece en organismos del estado  el adoctrinamiento partidario y la militancia, más que el trabajo  de la verdadera función que  el gobierno exige. Así fue denunciada días pasado lo que ocurre en la Cancillería Argentina donde se realiza adoctrinamiento político en lugar de atender y trabajar por los problemas nacionales. 

   Debe soñar Argentina con ser un país plural y  de grandeza  porque tiene un tremendo potencial para serlo y para proyectarse al mundo con verdadera fortaleza,  pero no lo podemos alcanzar por nuestras desuniones, porque las miserias políticas afloran y avergüenzan  y gran parte de este problema crítico es causado por la soberbia de nuestros gobernantes y funcionarios.  

   Si se escucharan otras ideas, si no se mintiera  sobre la inflación, si existiera mayor sinceridad en nuestros gobernantes, si existieran mayor seriedad en los actos de gobierno,  gran parte de la ciudadanía apoyaría cualquier gestión, más allá del partido al que pertenezca. Cuando las cosas se hacen bien no siempre es fácil destruirlas aunque sean criticadas, pero al final la gente en su gran mayoría termina aceptando; pero a esto los soberbios no lo entienden, no lo pueden entender.  Si a nuestro país le va mal como ocurre ahora en la parte económica,  que se produjo  un desorden significativo, dado que  la inflación de estos días causada por el desbarajuste que ocasionó una devaluación  en gran medida negada por el gobierno, pero se mantiene   descontrolada:   “la culpa la tienen los empresarios, las corporaciones,  los formadores de precios, los especuladores” etc etc. Pero cómo: ¿nunca la tiene el gobierno?. Aquí está la soberbia oficial en primer plano, y echándole la culpa a otro jamás los argentinos  resolveremos el problema  y además  el problema fundamental de esta situación es del gobierno,  que gastó más de lo que ganó irresponsablemente, licuando el dinero  circulante por emisión y generando inflación etc. etc.

   No asumir la responsabilidad  es soberbia. Este mismo problema ocurre  en  la Venezuela actual,  en donde su presidente declara públicamente que los avatares económicos que vive su país “son causados por los empresarios”. O sea, concretamente si al gobierno le va mal la culpa la tienen los otros. ¿Qué clase de funcionarios son estos?  ¿Por qué esa soberbia?  Otro ejemplo que podemos citar de tantos existentes: la embajadora argentina en los EE.UU acaba de declarar que económicamente  “el país está en el curso correcto”. Una falta de realidad absoluta porque no es así,  cuando se caen  las reservas del banco central  y la inflación aniquila los bolsillos, no puede expresar lo que dijo. ¿Por qué la embajadora no toma seis mil quinientos  pesos por mes  y viene a vivir en un hogar medio?  Veremos si dice lo mismo de que el curso es el correcto. 

    La soberbia en este tiempo de crisis económica aflora por todos lados  sembrando desesperanza y restándole seriedad al gobierno y a sus funcionarios. La soberbia hace que los gobernantes nos hablen de crecimiento, pero en realidad el verdadero crecimiento lo veremos en el supermercado y la farmacia y realmente este no se observa.  Así  se decepciona cada argentino al concurrir al supermercado  para adquirir los elementos básicos para su vida.  Realizada una encuesta de opinión lo que más dice y piensa la gente  cuando llega a la caja para abonar lo poco que pudo llevar para su familia: “cuanta mentira”.


Walter Bonetto
09 de febrero de 2014
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
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