Cuando queremos
estar por encima de los demás sin considerar a nuestros semejantes aparece
en el ser humano “la soberbia”, la cual es una actitud tremendamente dañina y
siempre conduce a la desesperanza y a la
mediocridad. Esto es lo que están demostrando por estos días nuestras
autoridades nacionales.
Nunca un gobierno
debe ser soberbio porque inmediatamente genera autoritarismo, crea irritación y falta de confianza en la
sociedad. Muchos países dicen tener “gobiernos democráticos”, pero en
definitiva son “palabras”, porque en la realidad no obran con el espíritu ni el sentido democrático
basado en el consenso, el respeto, la pluralidad y el uso de la verdadera libertad; sino que todo lo contrario, en muchos casos terminan
obrando con absoluto atropello a las leyes de la vida y de la constitución
nacional y creen que la única palabra y actitudes que valen son las de ellos.
La soberbia es un mal contagioso que se
apodera de las personas para hacerlas volver apasionadas de sus ideas,
dejándole una rigurosidad en sus pensamiento
sin permitirle una meditación
equilibrada ni una visión clara de la realidad, y sin darse cuenta que “sus ideas” no siempre
están a la altura de las circunstancias para lograr el bien común de una
nación, (en este caso que hablamos de la soberbia de autoridades de gobierno).
Puntualmente millones de argentinos observamos el panorama nacional, porque
realmente nos preocupa, porque ahí está
nuestro futuro, y cuando se lo analiza asusta la soberbia de nuestros gobernantes.
Por supuesto que existen excepciones de
funcionarios más mesurados pero en
general se destacan los soberbios, los que siempre quieren tener la razón, jamás admitir el
error, jamás sentirse equivocados, nunca escuchar con verdadero respeto otras realidades de
personas con gran experiencia, para
armonizar soluciones a los difíciles problemas que tiene el país.
Parece no darse
cuenta de que los argentinos estamos frente de una encrucijada tremenda y si no nos unimos no se podrá sacar adelante
a este país que adolece de tremendos
males causados por una política en gran
medida incompetente, desorganizada y con
funcionarios incompetentes, donde se
observa que en muchos casos prevalece en organismos del estado el adoctrinamiento partidario y la militancia,
más que el trabajo de la verdadera
función que el gobierno exige. Así fue
denunciada días pasado lo que ocurre en la Cancillería Argentina donde se
realiza adoctrinamiento político en lugar de atender y trabajar por los
problemas nacionales.
Debe soñar
Argentina con ser un país plural y de
grandeza porque tiene un tremendo
potencial para serlo y para proyectarse al mundo con verdadera fortaleza, pero no lo podemos alcanzar por nuestras
desuniones, porque las miserias políticas afloran y avergüenzan y gran parte de este problema crítico es
causado por la soberbia de nuestros gobernantes y funcionarios.
Si se escucharan
otras ideas, si no se mintiera sobre la
inflación, si existiera mayor sinceridad en nuestros gobernantes, si existieran
mayor seriedad en los actos de gobierno,
gran parte de la ciudadanía apoyaría cualquier gestión, más allá del partido
al que pertenezca. Cuando las cosas se hacen bien no siempre es fácil
destruirlas aunque sean criticadas, pero al final la gente en su gran mayoría
termina aceptando; pero a esto los soberbios no lo entienden, no lo pueden
entender. Si a nuestro país le va mal
como ocurre ahora en la parte económica,
que se produjo un desorden
significativo, dado que la inflación de
estos días causada por el desbarajuste que ocasionó una devaluación en gran medida negada por el gobierno, pero
se mantiene descontrolada: “la culpa la tienen los empresarios, las
corporaciones, los formadores de
precios, los especuladores” etc etc. Pero cómo: ¿nunca la tiene el gobierno?.
Aquí está la soberbia oficial en primer plano, y echándole la culpa a otro
jamás los argentinos resolveremos el
problema y además el problema fundamental de esta situación es
del gobierno, que gastó más de lo que
ganó irresponsablemente, licuando el dinero
circulante por emisión y generando inflación etc. etc.
No asumir la
responsabilidad es soberbia. Este mismo
problema ocurre en la Venezuela actual, en donde su presidente declara públicamente
que los avatares económicos que vive su país “son causados por los empresarios”.
O sea, concretamente si al gobierno le va mal la culpa la tienen los otros.
¿Qué clase de funcionarios son estos? ¿Por qué esa soberbia? Otro ejemplo que podemos citar de tantos
existentes: la embajadora argentina en los EE.UU acaba de declarar que
económicamente “el país está en el curso
correcto”. Una falta de realidad absoluta porque no es así, cuando se caen
las reservas del banco central y
la inflación aniquila los bolsillos, no puede expresar lo que dijo. ¿Por qué la
embajadora no toma seis mil quinientos
pesos por mes y viene a vivir en
un hogar medio? Veremos si dice lo mismo
de que el curso es el correcto.
La soberbia en
este tiempo de crisis económica aflora por todos lados sembrando desesperanza y restándole seriedad
al gobierno y a sus funcionarios. La soberbia hace que los gobernantes nos
hablen de crecimiento, pero en realidad el verdadero crecimiento lo veremos en
el supermercado y la farmacia y realmente este no se observa. Así se
decepciona cada argentino al concurrir al supermercado para adquirir los elementos básicos para su
vida. Realizada una encuesta de opinión
lo que más dice y piensa la gente cuando
llega a la caja para abonar lo poco que pudo llevar para su familia: “cuanta
mentira”.
Walter Bonetto
09 de febrero de 2014
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
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