La hecatombe final de los golpes de estado se sucede en 1976 con la caída del tercer gobierno peronista, el país estaba en una situación difícil en lo político y en lo social, la economía no funcionaba bien, pero era una nación con una deuda externa muy reducida, la que no superaba los siete mil millones de dólares, mientras que el gobierno de las Fuerzas Armadas, aplaudido por muchos, -que después dijeron desconocerlo- entregó el país con una astronómica deuda de más de cuarenta tres mil millones de dólares; con millares de desaparecidos; con la perdida de la guerra por Malvinas; con casi siete mil kilómetros de vías férreas levantadas y por ende pueblos y estaciones ferroviarias que desaparecieron; con las Industrias Mecánicas del Estado (IME) clausuradas y destruidas. Verdadera vergüenza nacional de un “proceso” que decía ser el salvador de la patria y rescatar los valores nacionales. No se entiende por qué tanta desinteligencia ¿Adónde está el grueso de la deuda de aquellos años en que no se realizaron grandes obras de infraestructura vial, ni de otro tipo y empeñaron a la nación? Seguramente muchos se hicieron millonarios y no por trabajar.
Posterior al fracasado proceso de “reorganización nacional”, se inicia de la mano del Dr. Ricardo Alfonsín y con la república destruida, el tránsito por la democracia, en donde es posible hacer un balance con una mirada imparcial para ver aristas no muy tenidas en cuenta por muchas autoridades.
Así es como en estos 30 años la república creció en su poblacion, pasó de 27 millones a 42 millones de habitantes. Al día de hoy hay 15 millones más de argentinos que habitan este suelo y demandan necesidades, de educación, trabajo y salud. Si comparamos esta proporción de crecimiento con otras áreas de la nación observaremos que los resultados no son satisfactorios porque es muy poco lo que se avanzó hacia el verdadero progreso del pueblo. Uno de los aspectos más preocupante es la fragmentación de la sociedad. Aun el país muestra divisiones inconcebibles para estas épocas y mientras existan las mismas el camino del progreso estará lejos de consolidarse.
La fragmentación se observó enormemente en los partidos políticos tradicionales como el peronismo y el radicalismo y se dio este fenómeno en todo el largo y ancho de la república y en todos los estamentos del estado. Se perdió en estos años en gran medida el verdadero y sano sentido del patriotismo y se incrementaron las ambiciones desmedidas de los intereses personales de políticos y funcionarios del estado. Aumentó la corrupción y sigue aumentando a la fecha; se está incorporando la droga en la sociedad y la misma llegó hasta en las escuelas y sus alrededores; aumentó la inseguridad y la delincuencia; y en la práctica, bajó y sigue bajando el nivel educativo en el país. La señal preocupante en este último aspecto citado, es la cantidad de jóvenes que teniendo educación gratuita no toman los libros. Así podemos decir que hoy en Argentina hay más de quinientos mil jóvenes “NI,NI” que no estudian ni trabajan . Esto no viene de manera espontánea, algo está fallando ya desde hace muchos años.
Mucha gente en estas décadas pasó a ser de pobre a millonario, situación que merece el mayor de los reconocimientos cuando se logra por trabajo y sacrificio, pero en la mayoría de los casos, todo lo contrario, lo hicieron de mala fe con la función pública. Otros pasaron de ser pequeños empresarios a tener su empresa en quiebra por la falta de rentabilidad de las mismas. Miles de pequeños y medianos productores agropecuarios perdieron sus tierras y la colonia agropecuaria se fue perdiendo, abandonándose las chacras tradicionales sin que esto le importe al gobierno; verdadera decadencia que asusta hasta el más optimista. En el caso del campo que es el motor de la economía argentina, la excesiva carga de impuesto, por ganancias, retenciones, ingresos brutos y alto pago de insumos en dólares ha marcado un estado injusto que raya con la usura para recaudar dinero y entregarlo a los avivados destinatarios de un favoritismo político innecesario.
Aparecieron especialmente en los últimos años en gran escala los subsidios, en donde se prestan a todo tipo de anormalidad y aumento del “clientelismo político”, donde en muchos casos los vagos y corruptos se alinean con gran agilidad para cobrar sin trabajar, mientras que el pueblo honesto y trabajador cada día cincha más el lomo con mayores cargas de impuestos y con una inflación que no cesa degradando su salario.
No fueron fáciles estas décadas, la democracia no puede ser solo un nombre, debe ser una realidad. La democracia debe ser plural, justa y equilibrada. Debe ser educadora de una república honesta y que de posibilidades de salud, trabajo y dignidad a la gente. No sirve que todo lo deba dar el estado. La nación para crecer precisa del sacrificio de sus ciudadanos y que todos trabajen, y por supuesto el trabajo debe ser premiado porque en general el populismo es injusto.
No da la impresión de que el trabajo realmente sea premiado. Pasaron estas décadas y Argentina aún mantiene mucha pobreza, demasiado, siempre más, mucho más de la que menciona el gobierno de turno; también mucho más desocupación de la que mencionan las autoridades y se debe considerar que los “planes” no son gente ocupada, es gente “sostenida con precariedad” parece que el gobierno juega con esta gente para convertirlos en sus clientes políticos al lugar de convertirlos en “ciudadanos”. Argentina debe mirar un horizonte de mayor grandeza y los gobernantes en general deben demostrar austeridad y obrar con mayor seriedad. No puede el gobierno hablar de década ganada cuando afloran problemas cruciales para el porvenir de la nación.
Existen demasiado diferencias entre los argentinos y las grandes diferencias en muchos casos la marcan las autoridades con total injusticia y falta de criterio. Existen demasiados funcionarios acusados de corrupción y poco se hace para aclarar y despejar estos nubarrones de sospecha. El gobierno en esta época estuvo muy preocupado en intervenir la justicia y los medios de comunicación, criticando el monopolio pero a la vez esta construyendo el propio, y no se dedica a planificar una Argentina más seria, honesta y trabajadora con menos pobreza y más seguridad.
Seguramente que el gobierno ha hechos cosas, no se puede negar, pero lo que no entiende que lo que hizo no alcanza, que podría haber hecho mucho más porque tuvo enormes recursos disponibles pero todavía hay centenares, miles de niños con hambre en provincias pobres y en el mismo gran Buenos Aires. Hay muchos hospitales sin medicamentos, jóvenes que caen en la delincuencia y la droga; hay mucha falta de trabajo y trabajo precario, esta realidad no se baja con estadísticas acomodadas. Es una realidad de Argentina que marca claramente que le falta mucho progreso a este país y mientras falte, no es correcto de hablar de época ganada como corolario de los 30 años de democracia.
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22 de noviembre de 2013
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ResponderEliminarRuben Dibuccio POCAS VECES CREO VOY A ENCONTRAR UN DETALLE TAN EXACTO DE NUESTRA REALIDAD. AUSTERO, PERO PRECISO, EXACTO, REAL. SÓLO DE LA PLUMA DE WALTER PODÍA SURGIR Y COMENTARIO TAN SUSCINTO Y VERÁZ. GRACIAS POR COMPARTIR Y REPARTIRÉSTOS CONCEPTOS TAN ACERTADOS. Ruben Dibuccio 22 de nov.