martes, 29 de octubre de 2013

No está muerto quien pelea

                                 
        Las recientes  elecciones legislativas  si bien fueron   adversas en gran medida  para el oficialismo,  no tuvieron resultados lapidarios que marquen  una derrota comprometedora a nivel nacional, porque tal como dicen ellos, aún “siguen siendo la fuerza más votada en todo el país” y mantienen intacto su dominio sobre el poder legislativo en ambas cámaras del Congreso y esto no es poca cosa, porque si se organizan, les da posibilidades de un resurgimiento interesante. Por lo tanto  el kirchnerismo, -aunque lo disimulan constantemente- está  muy herido por la abrumadora pérdida de votos y por haberle sido arrebatada la provincia de Buenos Aires,  pero  aún  es absoluto dueño del poder ejecutivo y legislativo, herramientas fundamentales para gobernar los próximos dos años que le restan, y que si las usan correctamente les servirán para proyectarse hacia futuras contiendas electorales y recuperarse de esta derrota.


   El problema radica en las potenciales amenazas que tendrá que soportar en este periodo, en donde además de gobernar en tiempos tormentosos que se le avecinan,  tendrá que hacer muy buena letra para convencer a electores en vista de  las elecciones presidenciales del 2015, en donde el corredor político que le espera  será muy estrecho y restringido. 
    Analizado desde un ángulo distinto se puede considerar que  la gran derrota del gobierno actual  fue perder y seguir perdiendo la provincia de Buenos Aires por casi 12 puntos; en capital Federal, 13 puntos, y ser derrotado en otros distritos importantes como Córdoba, Mendoza, Santa Cruz, entre otros. En definitiva fue una mala elección y esto a los oficialistas les cuesta asumirlo; al contrario, se muestran como “ganadores” ignorando la derrota; ignorando también  que perdieron 20 puntos en comparación con las elecciones presidenciales del 2011,  lo que es un peligroso  “cuesta abajo en mi rodada”. Ahora bien, el “gran triunfo” es mantenerse intacto en las cámaras, lo que le da suficiente autonomía y  oxígeno para promulgar leyes, que es un factor de fortaleza indiscutible. 
   Así es como podemos concluir, que aunque los enemigos políticos  asechan,  el oficialismo aún está en condiciones de batallar y  lograr buenos resultados de gestión en estos dos años  que le quedan. Tienen las herramientas para hacerlo: la ley de presupuesto y la prorroga en materia económica,  serán factores fundamentales que ayudaran  a la gobernabilidad  y también se debe considerar que   más allá de la derrota electoral no queda tan desmantelado políticamente.
    Lo que condicionará  el futuro próximo inmediato  y que es una determinante para el gobierno será el factor económico.  El problema fundamental es que si no administra bien, no tendrá los medios financieros,  en donde en la actualidad se observa:  que  además de un incremento significativo del gasto público, la caída de reservas en el Banco Central son preocupantes y  esto son aristas peligrosas que condicionan su mandato.
    También  el factor inflacionario se muestra fuera de control de la actual gestión y se convierte en  un fantasma que lleva al país a un abismo muy peligroso en donde el gobierno da la impresión de no querer reaccionar negando en gran medida la misma. Sumado a esto, la crisis energética no se queda atrás y también se presenta como una amenaza en donde la espada del kischnerismo tendrá que estar presta para librar la gran batalla.    
    Las pérdidas de votos del  actual gobierno obedecen en gran medida a la falta de credibilidad de su gestión dada por la constante inexactitud de los datos del Índex, el decir que se come con seis pesos, el negar la inflación, el avance de la corrupción, de las drogas y la inseguridad. Todo estos son factores que se tornan demoledores  en el momento de votar y hacen que el ciudadano cambie la boleta en el cuarto oscuro.
   Tampoco la gente está conforme con la militancia partidaria apasionada y en gran medida prepotente que este gobierno decidió sostener,  la cual en ocasiones pretende inmiscuirse en escuelas,  en empresas y  en catástrofes. Corregir estos métodos de manejar la política es lo que millones de votantes esperan, lo mismo que incluir el manejo de cúpulas de las fuerzas armadas en partidismo político ¿Serán capaces de asumir este desafío? Aunque es difícil, esperemos que sí. En poco tiempo lo sabremos.   



Walter Bonetto  
29 de octubre de 2013
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