La respuesta dada por el gobierno nacional a través del Secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli, en relación a la denuncia periodística vinculada a una escala fuera de protocolo en un viaje realizado por la presidenta de la nación, se observa totalmente fuera de lugar. Realmente las autoridades nacionales demuestran una falta de cautela y prudencia que llama la atención y esto es verdaderamente inconcebible, porque se observa como un alto funcionario desmerece con agravios desmedidos a un periodista tratándolo de “sicario y asesino mediático”. ¿vale la pena estos conceptos agraviantes de un funcionaro?
Más allá de las denuncias del periodista que podrá tener razón o no, la actitud del gobierno no es para nada un buen ejemplo y obra con un proceder intempestivo demostrando una falta absoluta de sentido común y respeto a la ciudadanía. El gobierno tiene todo el derecho y hasta la obligación de desmentir apreciaciones periodísticas, denuncias o difamaciones y es muy bueno que lo haga, pero el camino de cómo hacerlo, debe responder a normas de ética de corrección y respeto, y no exabruptos fuera de toda aceptación.
Se debería haber considerado que el “Boletín Oficial” indica puntualmente la noticia que expresó el periodista, entonces por qué tanto escándalo. ¿Qué se está escondiendo? ¿Por qué molestó tanto la denuncia?, más aún, observándose que existieron denuncias de mayor magnitud que comprometen a la figura presidencial y al mismo gobierno, pero casi nada se hizo para desmentirlas, cuanto gran parte de la ciudadanía esperaba con ansiedad que fueran desmentidas por las autoridades, pero estas se mantuvieron en silencio.
Es posible que las autoridades deban desmentir con energía pero con respeto cada una de las grandes acusaciones que se le están haciendo relacionadas: al lavado del dinero, al manejo intencionado de la obra pública adjudicada en la provincia de Santa Cruz al empresario Lázaro Báez; la sociedad de este señor en una “chacra” con nuestra presidenta y tantas cosas más en que no se observa una reacción de las autoridades.
El decir que esto es una “campaña de prensa” o “es show mediático”, o es “Clarín” no alcanza, es algo demasiado infantil. La gente no es tan incauta, necesita explicaciones a la altura de las circunstancias y el periodismo que denuncie falsedades y difame, debería ser denunciado a la justicia y severamente sancionado si así corresponde. Eso es lo que la gente espera y no que digan que son “intentos desestabilizadores”.
La primera vez que se sale a desmentir a una de estas denuncias periodísticas se lo hace con una desprolijidad abrumadora y además se desdice en parte de lo que el mismo gobierno había dado a conocer en su “Boletín Oficial”. Realmente una actitud desconcertante e inmadura. ¿Entonces, el “Boletín Oficial” es una mentira? Preocupante la actitud de las autoridades. Es como que los actuales funcionarios no se hacen cargo ni de sus errores ni de sus actos incorrectos y parece que nadie tiene el derecho constitucional de denunciarlos. Por lo tanto están equivocados y cuando son denunciados, siempre “los desean desestabilizar y son golpistas”.
Se observa claramente que nadie quiere desestabilizar al gobierno, nadie quiere dar golpes de estado; lo que sí existe una alta fracción del pueblo argentino que no está conforme con este gobierno por estas tremendas desprolijidades y millones de argentinos pretenden que nuestros gobernantes hagan las cosas de la mejor manera posible, que no exista favoritismo, que la justicia sea indepenpediente, que no exista corrupción, que el gobierno y los gobernantes sean serios y honestos y que las autoridades no se victimicen, que asuman la responsabilidad con hidalguía, que obren con grandeza y que gobiernen para el bien común de todos los argentinos y no que sigan dividiendo a un país innecesariamente.
Walter Bonetto
21 de agosto de 2013
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Escritor. Investigador de la historia de Río Cuarto, la región, de la industria aeronáutica y automotriz nacional. Columnista de medios radiales y gráficos. Autor de más de quince libros, algunos publicados en Estados Unidos. Miembro de la “Junta de Historia de Río Cuarto”. Conferencista sobre el desarrollo industrial. Sus libros han sido declarados de interés por la Municipalidad de Río Cuarto y por la Legislatura de Córdoba. La ciudad de Río Cuarto le otorgó el premio “Juan Filloy” en 2011.
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