Siempre los argentinos vivimos complicados por situaciones que resultan inconvenientes y ponen en vilo a las autoridades y a la opinión pública en general. Días pasado la situación de reclamos de gendarmes y prefectos marca como el preludio a un panorama complejo y saca a la luz desprolijidades cargadas de injusticias por deficiencia inaceptable de los gobernantes en el cumplimiento de las leyes que se vienen dando desde hace mucho tiempo atrás.
La Prefectura y la Gendarmería nacional no son fuerzas armadas que están bajo el régimen militar, pero si son fuerzas de seguridad nacional que tienen un relativo estado militar y que operan bajo esas condiciones, por lo tanto la desobediencia de las mismas es prácticamente una insubordinación a sus líneas de mando con el agravante que este episodio de “reclamo” se contagió aunque “disimuladamente” al resto de las fuerzas armadas y el tema está latente, lo que deja como preludio una situación muy peligrosa y potencialmente incontrolable. Aquí justamente el problema pasa por las “líneas de mando” y por un estado que no da el ejemplo de tomar medidas equitativas sobre este tema, junto a una justicia dispar e indiferente.
Para explicar esto debemos decir que en los últimos años el concepto de uniformidad y orden que caracterizó siempre a las fuerzas armadas y de seguridad se ha perdido en muchos aspectos. Así encontramos que personal con el mismo grado y funciones inconcebiblemente cobra sueldos totalmente distintos y más se acentúa esta inequidad en el personal retirado que ha sido totalmente manoseado en sus haberes. Podríamos observar en muchos casos que un oficial retirado con 30 años de servicio puede cobrar mucho menos que un subalterno con los mismos años de servicio y de hecho que ocurre. Muchos son los oficiales y suboficiales que realizaron juicio para reclamar sus derechos arrebatados arbitraria e inconstitucionalmente. Esta situación es ocasionada porque desde el estado se pagan “suplementos en negro”, sin que se incorporen a sueldo el incremento del haber y es esto lo que descalabró todo el sistema ocasionando miles y miles de juicios. Pero parece que el mismo estado fomentara esta situación en lugar de darle un corte definitivo. La misma situación ha permitido que exista personal que cobra sueldos exorbitantes en virtud de los recursos de amparo presentados ante la justicia, justicia que según el juzgado en donde fue la demanda ha procedido de manera distinta ante los mismos casos de reclamo, lo que terminó confundiendo más la situación y permitiendo el descalabro de los sueldos originando consecuencias impredecibles. Todo esto ocurrió porque el estado no le quiso pagar la actualización de sueldos a los retirados que corresponde por ley y entonces fue dando aumento por suplementos al personal en actividad creando un caos salarial en todas las fuerzas y pagando miles de juicio que viene perdiendo por esta causa. Como en las fuerzas armadas y de seguridad por su organización no existe poder gremial de reclamo, el estado siguió avanzando sobre esta inequidad pensando que “total no se pueden quejar”. Pero lo que ocurre que “ahora se animaron a quejarse” lo que es altamente peligroso porque se quiebra la disciplina, se resiente la cadena de mando dentro de los cuadros y se está jugando con la seguridad de la nación. El estado debe ser ejemplo, no puede permitir esta situación al contrario, debe lograr una solución de fondo y no como hace en la actualidad, de combatir mediante la AFIP a las empresas que poseen personal en negro mientras que este no da el ejemplo. Algo se debe corregir, no es justo que siga ocurriendo. El tema del reclamo de las fuerzas de seguridad encendió una luz roja muy destellante, es una alarma muy importante que el gobierno debe tener en cuenta, arreglarla con un parche no es la solución. El blanqueo de las fuerzas armadas y de seguridad es crucial y saludable para lograr una república con seriedad y justicia que reclaman miles de hombres y mujeres que han servido con honor a la patria.
Walter Bonetto
Noviembre 2012
Periodico La Ribera Año 13 Nº 302
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