La agresividad verbal del actual presidente de la república se muestra totalmente desbordada y ofensiva para un funcionario de tan alto nivel, indudablemente usa el método establecido por su antecesor, “hablar bien pero obrar mal”, despotricar y despotricar en contra todos los que le caen mal; sentirse siempre absoluto dueño de la verdad; y siempre, pero siempre, la culpa de todas los males la tiene los opositores políticos, los imperialistas, los de derecha y los neoliberales. Un discurso tan rayado como pobre, vacío de contenido, exento de grandeza, e irresponsable. Horas y horas de monologo teatralizado y sin sentido, rodeado de aplaudidores, en donde el estadista, el republicano, el funcionario serio y medido siempre está ausente, solamente esto es una muestra de involución inaceptable para estos tiempos que tristemente afecta a millones de venezolanos.
Por otro lado se debe tener en cuenta que no se debe confundir el orden de valores en la “definición de lo que es democracia”. Estrategia constante que usa aquel gobierno y que también ocurre en menor grado en Argentina, confundir conceptos, cuando nuestra presidenta se entromete en el poder judicial, lo que es altamente peligroso. Venezuela en la actualidad no es una democracia por más que el presidente muestre el librito de su constitución y vomite discursos; no hace falta ser abogado constitucionalista para darse cuenta, cualquier persona lo puede palpar.
A Venezuela con la revolución actual la han convertido en una dictadura, porque sus leyes son dictatoriales, porque hay pueblo perseguido, atemorizado, inhibido, desesperado y en gran medida violentado. Hay centenares de estudiantes encarcelados, no hay libertad de expresión, hay presos políticos, miles de ciudadanos que perdieron sus propiedades, el poder judicial no es independiente, no hay división de poderes; hay violaciones a los derechos humanos; todos los jueces están en mayor o menor grado condicionados por el complot gubernamental. ¿Por qué dirán entonces que es una democracia? ¡Venezuela está llorando!, y sin embargo sus naciones hermanas no se solidarizan con ella, le son totalmente indiferentes; por lo tanto no nos dejemos confundir con la eterna mentira: el país no vive en democracia, pero cuidado amigo que Venezuela no está sola, lo que le está pasando a la hermana república en que “los salvadores de la nación”, en lugar de salvarla, la están enterrando para implantar un sistema comunista, para someter absolutamente al pueblo con una propaganda mentirosa y constante desde la misma tribuna presidencial en donde no se observan estadistas serios, sino que actuadores de márquetin político que viven pregonando logros inexistentes y echando culpas a otros de todos sus males para lavarle la cabeza al ciudadano incauto.
Millones de dólares se gastan en propaganda oficial y muchos países vecinos apoyan a un canal de televisión de aquel país para que difunda noticias de la “Revolución Bolivariana” y de lo que pasa en Latinoamérica, pero si uno lo observa con detenimiento se da cuenta que el mismo hace propaganda política tendenciosa y manipula ampliamente la información, porque mira con un solo ojo y no dice la verdad de Latinoamérica. Da lástima su información, analiza noticias de la crisis mundial pero nada dice con seriedad de la realidad venezolana, de los grandes problemas en los supermercados, de lo que pasa con la salud y la educación, de lo que pasa con la producción industrial, solamente habla de las desgracias externas pero no cuenta sus propias desgracias. O sea un país sin autocritica, todos sus males siempre son culpa del imperialismo, de los EE.UU. de España, pero a pesar de sus males busca entrometerse en cada nación que puede para difundir su fracasada revolución y que le ayuden a sostenerla.
Hoy en día vivimos en un mundo muy complicado, guerras inconcebibles, millones de refugiados, pobreza extrema, terrorismo extremo, catástrofes naturales, por lo tanto hay una tremenda amenaza sobre la humanidad. Los jefes de estado deben aplicar otra mentalidad. Una de las maneras de mejorar las relaciones seria el respeto, la prudencia, la solidaridad y el entendimiento. El mundo no precisa revoluciones, precisa unir de manera urgente buenas voluntades.
En el caso de nuestra república hermana de Venezuela precisamos que se normalice y que realmente viva la democracia que hoy está ausente. Las revoluciones hay que hacerlas en paz y con grandeza y lo primero sería entender que la democracia tiene reglas, y los gobernantes las deben respetar para darle el bien común al pueblo en su totalidad. Son muchos los presidentes de Latinoamérica que no respetan las reglas de la democracia y así pisotean el derecho del pueblo, eso ocurre en Venezuela y también en menor grado está ocurriendo en Argentina, sus líderes están fracasando en sus gestión y encaminan sus países hacia el caos absoluto por no querer ver la realidad con los ojos de la prudencia. Por otro lado el silencio de los países vecinos como el caso de Brasil y de nuestro país, realmente da vergüenza y complican más la situación; son países que en la práctica están diciendo: está bien que se castigue y se encarcele a quienes protesten por las calles de Caracas ¡Bien Presidente Maduro! Siga con su revolución…
Así se expresaba en el “portal 2001.com.ve” un alto funcionario de gobierno brasileño: “Quien calla consiente. El silencio de Brasil es vergonzoso e inmoral” porque la prisión de opositores en Venezuela es “una cuestión humanitaria”, lanzó esta semana Aécio Neves, quien perdió la presidencia de Brasil frente a Rousseff por apenas 3% el año pasado”.
Que tremendo que ante este panorama tan dramático de un país hermano no se expresen los presidentes de la región pidiendo paz y seguridad para los ciudadanos y que se termine la violencia y especialmente la violencia que está generando el gobierno, así los venezolanos puedan hacer la revolución que quieran, pero que la hagan en paz y con respeto al adversario y que no destruyan su hermosa república y su extraordinaria gente.
Walter Bonetto
28 de junio de 2015
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