Río Cuarto en la trayectoria que recorre desde sus inicios como humilde y disperso paraje de
carretas, con anterioridad del año 1700,
y luego de transitar hasta 1786 en donde
el Marqués de Sobremonte lo nombró “pueblo”, agrupando
con mucha perseverancia aquellas
31 familias originales cerca del curso de agua del Cuarto río, quienes ya vivían
y asistían aquel paraje. Fueron estos los verdaderos y primitivos pioneros del lugar, que lograron,
aunque con muchos sacrificios una
importante identidad, la que fue sellando su futuro y su historia de localidad
consolidada al lado del camino de las pampas, lo que le otorga el gran éxito de
permanencia en el mismo tiempo en que otros pueblos desaparecían.
Distintos hombres y mujeres fueron dando prestigio a ese porvenir tan
ansiado como amenazado. La pampa
y el desierto eran un desafío, pero “el camino” por donde transitaban
las tropas y los arreos de mulas era el futuro y sobre este camino se jugaba el
destino de todos los pueblos; futuro este que no ignoraban aquellos
primeros pobladores, por eso
perseveraban más allá de los
dolores de una vida tan precaria y
peligrosa.
Troperos, carreros, puesteros, arrieros, peones de haciendas, sembradores, domadores de
caballos, trenzadores de cueros, faenadores, pulperos, albañiles…, fueron las especialidades
que iniciaron esa epopeya en ese lugar y así
fue como once años después (1786),
el Rey de España les da el título de Villa al Pueblo de La Concepción, por lo
tanto tendrán Cabildo y autoridad legítimamente constituida. Se abría una gran
esperanza y la población se consolidaría
en la pampa; pero a pesar de este triunfo nada fue fácil, al contrario, todo
resultó tremendo en aquel marco de vida.
Desde aquella fecha hubo un siglo de
existencia muy difícil: grandes invasiones de indios, epidemias, éxodos, guerra civiles… tantas cosas atropellaron a la población que
la sumieron en la desesperanza, pero La
Concepción, con un valor estoico y
admirable soportó todos los avatares
hasta que en 1875, cuando contaba con 6000 habitantes fue nombrada ciudad y su destino toma un nuevo rumbo, así
comienza a florecer para engrandecerse y
engrandecer la región.
El avance de la Villa de la Concepción fue formidable ya se contaba con el ferrocarril, se recibía
al primer contingente de inmigrantes italianos y suizos; había venido el Presidente de la República (Nicolás Avellaneda); se construía la Casa Comunal
en el mismo lugar adonde antes había existido el Cabildo y el cuartel militar
(esquina noreste de la Plaza); nacían las sociedades de beneficencia, (Italiana,
Francesa, Española) nació el primer banco, la iglesia de San Francisco, el Hospital
de Caridad, la primera Escuela de Niñas, el Club Social y nacía por aquellos años el Barrio Alberdi. Brotaba un Río Cuarto
diferente que superaba para bien a la
vieja y heroica Concepción.
Nuevos tiempos, nuevos aires de vida. Junto a las familias locales,
muchos inmigrantes italianos, españoles
y de otras nacionalidades europeas se radican, se integraban en esta región y trabajan
con pujanza. La ciudad va hacia el progreso, no está sola, una rica e
importante región la acompaña; grandes hombres la soñaron, intendentes
visionarios supieron modelar su perfil progresista. Así el crecimiento fue sostenido, la expansión
social, cultural y económica se produjo. Mujeres y hombres de Río Cuarto
sintieron que la ciudad en que habitaban
les daba futuro y protección. El gran paso se había logrado a diferencia de aquellas 31 familias que agrupó Sobremonte un siglo atrás, en donde lo que menos contaban era seguridad;
ahora todo lo contrario, se podía caminar por las calles sin mirar el sur para
descubrir la polvareda que marcaba la amenaza del malón.
Eran épocas distintas, eran tiempos ganados que apostaban a un futuro de
grandeza y sin temores, entonces la ilusión y el entusiasmo volaba por la mente
de aquellos hombres y mujeres donde nadie era discriminado por ser extranjero.
Todos eran bien recibidos en esta tierra,
porque fue en su historia una tierra de grandeza y de esperanza. Así se
multiplicaron los oficios: Carpinteros, albañiles, agricultores, comerciantes, licoreros,
panaderos, sombrereros, peones, modistas, peluqueros… cada cual con su trabajo,
con la alegría en el corazón. Extrañando su vieja y querida patria, pero todos trabajando para engrandecer a este querido Río Cuarto que recibía a cada inmigrante como a un hijo, con el corazón abierto.
Estos hermanos venidos del extranjero junto
a los criollos de esta tierra fueron dando los pasos de nuestra historia local
y regional; fueron amalgamando cada rincón de esta región tan bondadosa como prometedora. Caminar la experiencia de
nuestra historia es reunirse con un protagonismo extraordinario en donde muchas
veces los ciudadanos locales sin motivo ni razón lo ignoramos y entonces lo
desprotegemos.
Nos cautivaron con la historia de Roma, de Grecia, Egipto… indudablemente
cuna de las culturas universales que es muy buena conocerla, pero también es
muy bueno no ignorar lo local en donde está el sacrificio de nuestros abuelos y
la esperanza de nuestros hijos que
también fueron y son ellos ciudadanos
del mundo, y no hay ninguna duda que ese mundo con su cultura, sus luchas y sus
sacrificios también pasó por nuestra historia local, también pasó y pasa por
nuestro Río Cuarto y dejó sus pasos como huella profunda para encontrarnos con lo
que no debemos ignorar, “Nuestra Historia”.
Walter Bonetto
11 de agosto de 2014
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
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