Los inicios de la medicina organizada en nuestra ciudad y región para nada surgieron junto a la misma población, todo lo contrario, pasó más de un siglo desde la fundación del pueblo para que se fuera organizando y la historia sobre este tema rescata muchos episodios interesantes que nos demuestran cómo se atendía la salud en épocas pasadas. Se conoce así que la actividad de los curanderos era intensa y hasta el mismo Cabildo enviaba heridos para que estos los asistieran, generalmente se les pedía que efectuaran el reconocimiento y curación de heridas.
El Dr. Américo J. Frigerio en su libro “Cronología Médica de la Villa de La Concepción” -Pág. 26- nos relata el episodio del Comandante Gualberto Soria: ante las dolencias abruptas de tan importante hombre, dado que era quien estaba organizando esta población, la familia gestiona urgente ante sus dolencias obtener alguien que lo cure y fue llamado el mulato Roque de la Mar, que era considerado “curandero” con interesante prestigio el que ya había cumplido estas funciones en San Bernardo, paraje ubicado más al este de La Concepción, quien entre los años 1779 a 1788 ejerció como principal curandero de Río Cuarto. Este hombre si bien era carpintero poseía un “certificado para curar” expedido por el cura y vicario del partido de Río Cuarto y Juez, Don Santiago Arias y Cabrera, y realizaba esta actividad con mucha vocación.
El curandero se ocupó de don Soria ejerciendo una cantidad de procedimientos que en nada mejoraron al enfermo hasta que al final el comandante murió, por lo tanto el mulato quedó muy cuestionado y fue encarcelado en La Concepción hasta que luego de un año el mismo gobernador Sobremonte se apiadó y lo hizo soltar, mientras que su defensor sostenía que era una injusticia haberlo puesto en prisión y manifestó que “la necesidad carece de ley”. Posteriormente De la Mar, sigue trabajando por varios años como curandero de la Villa autorizado por el mismo Cabildo.
Por los primeros años de 1800 también la historia registra que obraba don Pablo Pedernera como curandero reconocido a quien el Cabildo le confiaba realizar los peritajes por homicidios y heridas de puñaladas por peleas que nunca faltaban. Así era como varios curanderos tanto femeninos como masculinos, se dedicaban al oficio de la medicina en los poblados y parajes de la Frontera Sur, algunos de aquellos mencionaban haber aprendido los procesos de curación por medio de indios.
Más adelante hay otro episodio de nuestra historia que se produce en el año 1821, cuando se enfrentó el Coronel Bustos con el General chileno José Miguel Carrera, en donde se libra la Batalla de Chaján, en que Bustos es derrotado. Además de los muertos, una gran cantidad de heridos y mutilados por sables, lanzas y puñales quedaron en el campo de combate, los que fueron penosamente traslados en carretas y hasta en rastrones a la Villa de Río Cuarto, donde en dos ranchos desocupados se improvisó un hospital para la curación de estos desesperados, algunos llegaron sin vida por la sangre perdida. Fue “el cirujano” don Miguel Quenón y Vásquez que los asistió. Vásquez no era ni cirujano ni médico, era un curandero reconocido que llevaba Bustos en sus tropas pero hizo todo lo posible para salvar algunas vidas de los 26 heridos que tenía, haciendo torniquetes, amputaciones, curando heridas, y de hecho algunas de esas vidas salvó.
La necesidad del médico siempre estaba presente pero como facultativos no había, seguramente se utilizaban a personas que tenían inclinación para ayudar a enfermos o heridos y ante la desesperación de salvar vidas por situaciones difíciles por, heridas, infecciones y otras grandes dolencias. También se cometían grandes males en muchas ocasiones, por no poseer conocimientos adecuados ni tener los medicamentos básicos para atender a los enfermos.
Uno de los problemas principales que demandaba las atenciones médicas fueron los combates vinculados entre los ataques de los indios, las peleas entre pobladores, las guerras civiles, las mordeduras de alimañas, el ataque de animales salvajes. Todo esto se convertía en episodios dramáticos por los altos riesgos que ocasionaban dado que una simple herida terminaba con un cuadro infeccioso grave. Ahí se presentaba el curandero a pedido de los familiares y aplicaba lo que tenía a su alcance que eran medicamentos muy primitivos y poco efectivos, según el caso, como tópicos purgantes, ventosas, sangrías o sanguijuelas, pero en definitiva la situación no se salvaba y la mayoría de los casos de heridas graves terminaba con la muerte.
Los primeros pasos de la medicina organizada y profesional comienzan cuando los regimientos militares fueron dotados de médicos. Recién en 1844 se conoce un médico profesional en Río Cuarto que fue el Dr. José Pastor Padilla, luego interviene el Dr. José Manuel Paz y a partir de 1855 visitaba esporádicamente la Villa el Dr. Tomas Caballero, que venía desde Córdoba vacunaba a los pobladores contra la viruela. En el año 1856 ejerció la profesión el Dr. Conde, como médico militar, pero después de muy corto periodo fue trasladado con su carpa sanitaria a las márgenes del río Quinto y Río Cuarto ya con 3.500 habitantes quedó sin facultativo. Después de diez años de total ausencia médica, en 1866 se instala una nueva carpa de sanidad militar bajo la dirección del Dr. Mateo Molina, trabajando como colaboradores los doctores Macias y Ortiz de Herrera; estos médicos contribuían constantemente en la atención sanitaria a la población de Río Cuarto, como en la entrega de medicamentos.
Walter Bonetto
1 de junio de 2013 (escrito para revista La Ribera)
http://walterbonettoescritor.blogspot.com
Twiter: @walterbonetto
Página de Facebook de
Walter Bonetto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario