Escritor. Investigador de la historia de Río Cuarto, la región, de la industria aeronáutica y automotriz nacional. Columnista de medios radiales y gráficos. Autor de más de quince libros, algunos publicados en Estados Unidos. Miembro de la “Junta de Historia de Río Cuarto”. Conferencista sobre el desarrollo industrial. Sus libros han sido declarados de interés por la Municipalidad de Río Cuarto y por la Legislatura de Córdoba. La ciudad de Río Cuarto le otorgó el premio “Juan Filloy” en 2011.
lunes, 19 de abril de 2010
Opinión: ¿Por qué tantos pobres?
Siempre nos metieron en la cabeza que somos un país rico, es posible que sea cierto, pero indudablemente algo nos ocurre a los argentinos: Las cosas no están en su lugar, y esto nos pronostica situaciones complicadas y de gran inestabilidad social. En principio no entendemos que para ser rico hay que tener: suerte y organización; y si bien tenemos suerte, porque vivimos en una tierra bondadosa, pero, lo que nos falta es lo último: la organización. Nuestra ciudad no es ajena a esta realidad; así es como en el año 2009, según la Encuesta Permanente de Hogares existían 10.458 personas pobres, de estas, unas 3700 se encuentran por debajo de la línea de indigencia; lo que es igual que no pueden comer.
En la actualidad según lo expresado por la Subsecretaria de Promoción Social de nuestra municipalidad, el número de personas creció significativamente y se triplicó, lo que se torna en una situación altamente complicada; actualmente son unas 30.000 las personas a las que se asisten con alimentos, lo que es el 20% de la población de Río Cuarto, una cifra que realmente debe preocupar de sobremanera, porque en definitiva no poder comer en un hogar es restarle dignidad de vida al ciudadano. ¿Cuál será la causa de estos males?, es la pregunta de cualquier persona que se preocupa por el tema. Seguramente que a través de los especialistas hay muchos diagnósticos técnicos del problema. También existen diagnósticos políticos, los cuales son los más peligrosos porque en general se van a los extremos, o disimulan o lo magnifican, según la conveniencia de su posición. Entonces es posible llegar a un análisis, aunque acotado, de sentido común, que no siempre se hace; pero de hecho: que la única forma de combatir la pobreza es generar y dar herramientas de trabajo, más que repartir alimentos; dado que esta situación, salvo los casos de necesidad bien analizada se torna en un círculo vicioso difícil de salir. Entonces llegamos a la conclusión de que hay gente que por su estado de pobreza, realmente el estado nacional, provincial o municipal, le debe dar alimentos; pero esto tendría que ser un bajo porcentaje. En cambio a toda la gente se le debe dar trabajo para que se gane su propia vida y es aquí que fallamos los argentinos, especialmente los gobernantes. Abrir la puerta al trabajo es abrirle un futuro a la gente; repartir alimentos de forma permanente, es el pan de hoy que se convierte en el hambre de mañana y tampoco se genera un futuro ni la dignidad a un ser humano.
Dentro del trabajo ofrecido a personas pobres, tendría que estar la participación activa de emprendimientos productivos generados por iniciativa del estado junto a empresas privadas, para ir, aunque lentamente, absorbiendo mano de obra desocupada en tareas no demasiado complejas en sus etapas primarias, para luego ir superándola con adecuada preparación en los niveles de productividad. Así podríamos pensar que el estado podría entregar en alquiler módico un sector de tierra con riego para que cincuenta obreros hagan producción de legumbres; un terreno para realizar hornos de ladrillos; un local para fabricar bolsas, un viejo galpón para que un grupo de desocupados fabriquen ladrillos de cementos, y así tantos emprendimientos más que podrían hacer trabajar a la gente hasta encaminarlas en actividades rentables para su subsistencia, y que empiecen a generar sus recursos. Es posible hacer de este modo una cadena de trabajo que comience a contagiar entusiasmo y salir de este atolladero actual que es solamente brindar alimentos y más alimentos, pero no da solución al problema, al contrario, lo incrementa constantemente.
También el estado municipal debería dar preparación y formación laboral a estos grupos de personas y ponerlos a trabajar en programas adecuados para insertarlos en un ambiente activo y organizado. Nada de esto es fácil, pero tampoco es imposible. Algo se debería realizar. Es posible que en estos momentos de crisis, invertir en el planeamiento ambicioso de trabajo comunitario y bien organizado, si se lo desarrolla con continuidad, podría convertirse en la solución del mañana sobre un problema que nos afecta y nos afectará a todos. En la medida que la pobreza aumenta, los riesgos de la seguridad también aumentan y la decadencia se precipita para miles de familias que tienen derecho en alcanzar una vida digna.
Walter Bonetto
El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
19 de abril de 2010
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