miércoles, 18 de abril de 2012

La Ciudad de Río Cuarto y los golpes militares

Hay muchos aspectos en nuestra vida institucional que preocupan sobremanera porque no siempre se los desea ver a la luz de la verdad; si así fuera, sectores influidos por sectarismos políticos se verían obligados a cambiar o moderar el discurso, lo que no están dispuestos a hacer.
La Argentina ha sufrido muchos avatares debido a la mezquindad y la ambición desmedida de funcionarios y gobernantes, con el resultado de muchos años de decadencia en un país potencialmente rico, pero lamentablemente sin objetivos trascendentes, sin planeamiento a largo plazo, sin confianza en las clases dirigentes. 
Con toda esta mediocridad política ya demostrada en nuestra historia de nación, es  necesario mantener la memoria viva de los acontecimientos que se repitieron en nuestra patria y afectaron a nuestras instituciones. Cuando esto no ocurre se van desdibujando situaciones y se termina no mirando la fotografía completa de los hechos sucedidos. Y muchas generaciones de jóvenes no comprenden lo que verdaderamente ocurrió.
Uno de los problemas medulares de nuestra decadencia fueron los golpes de Estado que se sucedieron a partir de 1930, año del derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. Mientras los cadetes del Colegio Militar desfilaban por la Avenida de Mayo hacia la Casa de Gobierno, miles de ciudadanos los aplaudían con mucho fervor. Incauto el pueblo… ¿no sabía que iban a romper la república?
La caída de Yrigoyen fue el punto de partida de medio siglo de golpismo, consolidó a una sociedad dividida en el orden interno y mal vista en el mundo entero. Veinticinco años después de aquel funesto acontecimiento llega otro terremoto, la “Revolución Libertadora”,  que en definitiva más que libertad trajo más decadencia, desencuentros y odios en la sociedad. Esta revolución se gesta en gran medida en la ciudad de Río Cuarto, desde donde el general Videla Balaguer, entonces comandante de la Cuarta Región Militar con asiento en esta ciudad —oficial que había recibido la medalla peronista pero no dudó en traicionar a Perón—, trabajó para organizar el golpe de Estado. Después del vergonzoso bombardeo a la Plaza de Mayo, incluida la Casa Rosada, con centenares de muertes a ciudadanos indefensos mayores y niños, esta revolución tuvo “éxito”.  
Pero el general Balaguer no estaba solo, al contrario, muy bien acompañado, no solamente de hombres de las Fuerzas Armadas. Muchos ciudadanos e instituciones apoyaban decididamente aquel golpe y festejaron el “triunfo”. El 21 de septiembre de 1955 a las 10.00, los estudiantes riocuartenses adherentes de la revolución hicieron oficiar una misa en la Iglesia Catedral para rendir homenaje a los soldados y civiles caídos en la lucha fratricida,  “mártires de la gesta libertadora”; luego colocaron una ofrenda floral al pie del monumento del general San Martín y suspendieron los festejos previstos de la primavera y del día del estudiante. 
    El 1 de octubre siguiente se festejaba con emoción en Río Cuarto el “Día de los Vencedores”, para honrar al ahora Interventor Federal de la Provincia, general Dalmiro Videla Balaguer. La ciudad se había convertido en sede del gobierno provincial. El acto central se desarrolló frente a la Iglesia Catedral con la celebración de un Tedeum de Acción de Gracias. Cuando la comitiva llegó a la calle San Martín con destino a la Plaza Roca, estas arterias ofrecían un aspecto multitudinario; gran cantidad de personas emocionadas por los “logros revolucionarios” se habían concentrado para vivar fervorosamente a la Patria y al general Balaguer, agitando pañuelos blancos mientras repicaban las campanas de la iglesia.
     Unos días después, el 15 de octubre de 1955, la  “Comisión del Magisterio” de la ciudad de Río Cuarto invitaba a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, a los colegas y a toda la ciudadanía a participar de los actos en homenaje a los “Héroes de la Revolución Libertadora”: otra misa en la Catedral, ofrendas florales y alocución de los organizadores. Fue masiva la concurrencia de público. 
Luego de otros golpes militares, llegamos al más desgraciado, el de 1976, caótico para la república y la patria. Aunque por aquel año grandes intelectuales, referentes nacionales, políticos, gremialistas, empresarios, se mostraban  felices por el arribo de la junta militar. También en nuestra ciudad miles de personas se mostraban complacientes con el gobierno de facto y lo aplaudían en silencio. 
Así fue como en 1978 una comitiva de dirigentes locales viajó a Buenos Aires con el propósito de invitar con insistencia al almirante Emilio Massera a que visitara la ciudad. Fueron muchas las instituciones, empresas y ciudadanos que se mostraban felices por su arribo y adherían a la visita del miembro de la junta militar a través de la prensa. En 1980 el presidente Jorge Rafael Videla era ovacionado por miles de riocuartenses que lo aplaudían y admiraban. Muchas instituciones públicas y privadas lo acompañaron en su visita, sólo la Sociedad Rural y la Comisión de Amigos no adhirieron. 
    Hoy parece que han sido las fuerzas armadas las dueñas absolutas de estas vergüenzas nacionales que condenaron nuestro porvenir, pero gran parte de las instituciones intermedias y la ciudadanía en general fomentaron esta calamidad. Por supuesto, las Fuerzas Armadas no siguieron el ejemplo sanmartiniano y arrebataron lo que no les correspondía, pisotearon la república, y se convirtieron en los sepultureros de la nación. Pero no por eso debe quedar en el olvido que gran parte del pueblo argentino y las instituciones intermedias fueron cómplices en estas vergüenzas nacionales.
    Hay un cono de sombra sobre tantas instituciones y ciudadanos: políticos, gremialistas, periodistas, profesionales, empresarios que alentaron los golpes de Estado en la Argentina. También preocupa observar cómo se deja pasar de largo de manera indiferente y “disimulada” la acción terrorista que fue el detonador del golpe del 76. 
    Para que la Argentina crezca como república, la memoria debe comprender todos los aspectos de lo ocurrido. Porque hoy, da la sensación de que es parcial, y si es parcial no es justa.

Walter Bonetto
Diario PUNTAL 18 de abril de 2012
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